Elementor #1442

Imagina si cada vez que tuvieras que tomar una decisión o hacer una elección, consultas a un niño y él tiene el poder de dirigir tus acciones…

Pensemos en: 

¿Cómo serían tus reacciones emocionales si estuvieran controladas por un niño?

¿Cómo te comportarías en una relación?

¿Cómo te comportarías en tu vida profesional?

Tengo una hija de 4 años y sé cómo reacciona un niño… es lindo, pero no puede controlar la vida de un adulto.

Llantos, rabietas, inmadurez, miedo, inseguridad, necesidad de aprobación y reconocimiento…

Todo esto es perfectamente apropiado para un niño, sin embargo, puede resultar DEVASTADOR en la vida de un adulto.

No sé ustedes, pero yo no le pediría consejo a mi hija… 

¿Y por qué estoy haciendo esto?

¿Este ejercicio de imaginación?

Puede parecer absurdo, pero la mayoría de las personas tienen buena parte de sus vidas guiadas por su Niño Interior

Un niño herido que carga con heridas emocionales de dolor, rechazo, abandono y traumas diversos.

Estas emociones congeladas atrapan parte del sistema límbico (parte del cerebro que controla las emociones) en la infancia. 

El cuerpo crece pero la parte emocional sigue funcionando de forma muy parecida a como lo hacía durante la infancia.

La inmadurez también se presenta de varias formas que son comunes en la edad adulta, como por ejemplo:

• Inseguridad necesidad de controlar
• Miedo a tomar una posición y afrontar la vida.
• Miedo a los desafíos
• Miedo a la crítica y la desaprobación.
• Celos Dificultad en las relaciones románticas.
• Dificultad para aceptar la realidad tal como es.
• Persecución
• Buscar culpables en lugar de buscar soluciones
• Necesidad de conflicto, argumentos banales.
• Avergonzado de asumir tus ideas y posiciones.
• Necesidad de demostrarlo a los demás o a ti mismo
• Miedo a la soledad
• Dificultad para mantenerse a sí mismo
• Dependencia financiera de los padres o del cónyuge.
• Dificultad para alejarte de tu familia de origen y formar tu propia familia
• Miedo a expresar tus opiniones.
• Querer salvar a otros (trata a los demás como niños, no confía en su capacidad)
• Miedo o vergüenza de admitir errores
• Sentirse responsable de los comportamientos y emociones de los demás.
• Envidia e malestar con el éxito ajeno.